¿QUÉ HARÍAS SI NO TUVIESES MIEDO?

Todos sentimos miedo en algún momento y es normal, es una emoción que nos permite mantenernos a salvo, de protección… Los psicólogos sabemos que muchas veces el miedo es algo irreal, tendemos a magnificarlo, y hace que vayamos en dirección contraria a donde queremos ir.

Alguna vez te has planteado ¿QUÉ HARÍAS SI NO TUVIESES MIEDO?

A pesar de que el miedo es una de nuestras emociones primarias, podemos decir que cuando nacemos somos «todopoderosos», los bebés sólo experimentan miedo ante la pérdida de apoyo físico, y ante cambios bruscos en el entorno (movimientos, luz…) o ante ruidos fuertes e inesperados, nacemos sin barreras ni límites, si nos mantuviésemos así en la edad adulta, seríamos capaces de conseguir todas las cosas que nos propusiésemos.

Pero ya desde pequeños nuestros padres o nuestro entorno (colegio, amigos…) nos van advirtiendo de los peligros: “ten cuidado”, a nadie nos dicen “arriésgate”. Es natural, acabamos teniendo cuidado y estando alerta sobre muchas situaciones, el problema surge cuando empezamos a sentir miedo por muchas cosas, porque el miedo nos limita y no nos deja avanzar.

El miedo es bueno cuando actúa como mecanismo de defensa ante la presencia de riesgos que atentan contra nuestra vida: un perro de aspecto amenazador, el campo abierto durante la noche, un sonido que no sabemos de dónde proviene, un coche que se acerca a toda velocidad…cuando nos encontramos ante una situación de estas, el cuerpo se prepara y sufre una serie de cambios: el corazón palpita con más velocidad para enviar sangre a las extremidades y al cerebro, las pupilas se dilatan, y se producen tres hormonas: la adrenalina, la noradrenalina y los corticoides, también llamadas hormonas del miedo.

Otras veces el miedo es una emoción negativa, se encarga de invadirnos y magnificar su sensación, hasta el punto de dejarnos bloqueados sin poder actuar, y no nos permite ir hacia delante y luchar por nuestros objetivos.

¿Cómo funciona el miedo?

cómo funciona el miedo

En primer lugar, debemos conocer cómo funciona el miedo, éste funciona como un círculo, es decir, se alimenta de sí mismo.
Las fases en las que el miedo se retroalimenta son tres:

1) IMAGINACIÓN AL PODER. Ante una determinada situación, nuestra mente empieza a imaginar un gran número de situaciones y como no, nos ponemos en lo peor. Cuando esto ha pasado, podemos afirmar que ya hemos entrado en el círculo del miedo.

2) SENTIMOS MIEDO. Una vez que nuestra imaginación se ha disparado, el miedo empieza a crecer y a retroalimentarse, en este punto empezará a activar más intensamente la percepción negativa de la realidad y comenzará a distorsionarla.

3) EL MIEDO TE PARALIZA. Una vez que sentimos miedo ante una determinada situación, muchas veces desproporcionado, podemos correr el riesgo de dar una conducta de EVITACIÓN, es decir, de decidir no afrontar ese miedo que nos separa de lo que queremos conseguir y, quedarnos donde estamos.

¿ Qué peligro tiene dar una conducta de EVITACIÓN y no afrontar nuestro miedo?

Mucho cuidado con paralizarnos y no hacer nada, este tendencia a la EVITACIÓN crea un precedente y aumenta la posibilidad de que suceda la próxima vez que nos encontremos ante una situación que nos cueste afrontar, tendemos a generalizar el miedo a cualquier situación que nos genere sensaciones parecidas, y ¿qué pasa si la próxima vez que nos encontremos ante una situación difícil que nos genere miedo, salimos de nuevo huyendo? Pues que cada vez seremos personas más miedosas, nuestro miedo irá aumentando como una bola de nieve…hasta el punto que nos cueste afrontar cualquier situación minimamente difícil.

Si pasa esto, habremos alimentado nuestro miedo, y si además esto se repite en el tiempo, aparecerá un daño colateral, nuestra autoestima se verá dañada. Ya no tendremos la misma seguridad en nosotros mismos ni en nuestras habilidades para manejarnos en situaciones difíciles, iremos disminuyendo nuestras herramientas en la resolución de problemas, y con ello la confianza en nosotros mismos. Ya no nos sentiremos igual de capaces de luchar ni de ir a por nuestros objetivos, y eso puede generar un sentimiento de frustración que puede afectar terriblemente a nuestro estado de ánimo.

¿Cómo podemos conquistar el miedo?

Existen varios pasos para conseguir que el miedo no nos paralice:

1) Aceptar que tenemos miedo. Sabemos que todos lo padecemos y no es un síntoma de debilidad reconocerlo, todo lo contrario, el miedo indica que estás haciendo algo nuevo, que estás saliendo de tu zona de confort y estás aceptando un desafío nuevo para tu vida.

2) Identificar cuál es nuestro miedo. Solo reconociendo los miedos que tenemos podremos superarlos. Si ves
que te cuesta identificarlos, céntrate en la otra cara de la moneda: ¿cuál es tu motivación?

3) Mirar al miedo a la cara y hacerlo concreto. Nuestro peor enemigo siempre es nuestra propia cabeza. Nosotros somos capaces de imaginar las cosas mucho peor de lo que son en realidad, intenta tener una visión lo más realista y ajustada posible a la realidad, para no desvirtuar y complicar más la situación.
Mira a tu miedo a los ojos

En cierta tribu de indígenas, a los niños se les enseña desde pequeños a hacer frente al miedo y se lo enseñan así. Los sientan y los hacen imaginar. Les hacen cerrar los ojos. Les hacen imaginar una víbora de veinte metros que tiene dos cabezas y se levanta delante de ellos. Les cuentan el relato como si estuvieran en esa situación. Les hace imaginar que, cada vez que se echan hacia atrás, las cabezas de las víboras crecen. La víbora crece. Cada vez que tú quieres salir corriendo, la víbora te persigue y crece, crece, crece. Pero si la miras a los ojos, la miras fijamente, cuanto más la miras, la víbora se achica, se achica, se encoge mientras que tú sigues mirando. Es un juego, pero les enseña que cuando te enfrentas a tu miedo, cuando miras a tu miedo a la cara, este empieza a encogerse hasta que se convierte en una hormiga y , entonces, ahí, lo puedes matar. Miremos a nuestros miedos de frente, no los tapemos. Si huyes de ellos, te acompañarán de por vida. Enfréntate a ellos y, cuando lo hagas, te darás cuenta de que ese gigante no era tan grande, ni tan poderoso como te imaginabas. (Extracto del libro “ Emociones Tóxicas” de Bernardo Stamateas)

Y finalmente…¡Lucha por tus sueños!

Ya hemos visto como todos sentimos miedo, pero también hemos comprobado que el miedo es una emoción subjetiva, y según como lo controlemos, estaremos más o menos cerca de conseguir nuestros sueños.
Si quieres lograr tus objetivos, tendrás que arriesgarte, busca tu motivación y controla tus miedos. Así que anímate, aunque estés en una situación difícil, establece nuevas metas, ya sabes que cuando afrontas tus miedos estos se vuelven pequeños, así que sigue adelante y ¡NUNCA DEJES DE LUCHAR POR TUS SUEÑOS!